PROFESORA BRITÁNICO María Pilar Pérez «Mariapi»: «me llevo una sensación de bienestar por haber disfrutado con mi trabajo, con una actitud activa y enseñando con el corazón»

María Pilar Pérez Giménez “Mariapi” (Zaragoza,1961) se formó en la Universidad de Zaragoza estudiando magisterio y pedagogía y desde que empezó a trabajar siguió formándose de forma continua.
Se estrenó como profesora en un colegio muy cerquita del Británico, al otro lado de la carretera de Valencia, y después trabajó en el instituto de Formación y Estudios Sociales. Su etapa laboral la ha terminado en el Británico después de 24 años de dedicación y compromiso con la docencia.
– ¿Siempre has tenido vocación por la enseñanza? ¿Cómo te llevó la vida a ser profesor?
Aunque en un principio pensé también en Bellas Artes o Biología, al final me decidí por Magisterio. Ha sido totalmente vocacional con una gran implicación pero a su vez gratificante. Siempre me ha gustado trabajar con los niños.
Cuando hice las primeras prácticas ya lo tenía muy claro. Al acabar la carrera me matriculé para preparar las oposiciones, pero salió una oportunidad para empezar a trabajar en un colegio que estaba en sus comienzos y no dudé en aceptar la propuesta y abandonar la oposición. Tenía muchas ganas de poner en práctica todo lo que había aprendido.


– ¿Qué recuerdos tienes de esa etapa? ¿Cómo era el colegio y la educación en tus inicios como profesor?
Tengo recuerdos muy bonitos y me generan una gran sonrisa.
El primer colegio donde trabajé durante 14 años, era muy familiar, ya que no había mucho alumnado y tuve que ser la tutora de mi primer hijo. Allí impartía todas las materias, excepto inglés y música. Las jornadas eran muy largas, pero con mucha ilusión.
Luego llegué al Británico en el 2001 y he vivido cambios muy grandes, tanto a nivel tecnológico, como en metodologías y espacios de aprendizaje. Ha sido una experiencia enriquecedora, con gran implicación e intensidad y rodeada de un gran equipo.
Pero la esencia fundamental sigue y está en los verdaderos protagonistas del aprendizaje, que son los alumnos y en los que hay que creer por encima de todo.
– ¿Qué es para ti la educación?
Creo que es un arte en el que hay que transmitir emoción en su proceso y encontrar el equilibrio entre la comunicación, los límites y la ternura.
Veo la educación como un acompañamiento para que los alumnos descubran quiénes son, qué son capaces de hacer y de pensar, mostrándoles el mundo que les rodea y las oportunidades que les ofrece.
En definitiva, poder hacer que cada uno encuentre su camino para disfrutar del placer del aprendizaje, teniendo en cuenta que el ciclo emocional y el cognitivo se retroalimentan. “Hay que educar la mente y el corazón”.
– ¿Qué te llevas del Británico?
Me llevo una mochila cargada de muchos saberes, recuerdos, emociones y vivencias inolvidables. Y sobre todo, una gran gratitud a toda la comunidad educativa.
A los alumnos, que muchos de ellos ya son mayores y me han transmitido que todavía se acordaban de cuando empezaron a leer, de las cosquillas mágicas, de los trucos para hacer amigos, para ser mejores o de los mensajes del cariñograma.
Y también de todo lo que me han enseñado ellos a mí.
A mis compañeros, las ilusiones puestas en algunos proyectos, que nos marcaron una huella especial, trabajando en equipo.
A las familias, intentando transmitir la importancia de trabajar juntos, para ir en la misma línea y conseguir mejorar.
En resumen, me llevo una sensación de bienestar por haber disfrutado con mi trabajo, con una actitud activa y enseñando con el corazón.
– ¿Qué harás a partir de ahora con tu tiempo?
Disfrutar de cada momento presente, con calma.
La vida está llena de cosas bonitas: paseos, viajes, deporte, lectura, música, baile y siempre en buena compañía.





